Los sérums tienen una elevada concentración de principios activos y han sido creados para ejercer acciones específicas para cada problema cutáneo. Debido a su textura ligera, se absorben rápidamente, lo que permite que penetren hasta las capas más profundas de la piel. Su acción es por tanto, más rápida y potente que la de otro tipo de cosméticos.
Muchas de vosotras estaréis pensando ¿Qué es mejor una crema o un sérum? o ¿Qué debo utilizar para el cuidado de la piel? Son dos productos muy diferentes aunque traten problemas similares. Las cremas no contienen tantos principios activos ni su acción es tan instantánea ya que están destinadas a cumplir otros aspectos, como la hidratación de la piel a lo largo del día, el efecto barrera, la protección solar...
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Existen tantos tipos de sérum como problemáticas cutáneas: sérums seborreguladores, para tratar el exceso de grasa de la piel y equilibrarla; sérums despigmentantes que aclaran las manchas cutáneas; sérums hidratantes para pieles secas o con tendencia a la deshidratación; sérums reafirmantes de efecto tensor. Aunque los más usados son los sérums antienvejecimiento que tratan las arrugas y otros signos de la edad.
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